lunes, 9 de noviembre de 2009

Respira profundo...y camina conmigo, antes de morir en tu recuerdo.

Respiro profundo, tan profundo como me es posible. No es suficiente, aún me siento sofocado, saturado en cada respiro por la ausencia de razón suficiente; Razón para dejar de lado las banalidades de mi propio ser, dejar de lado todo aquello que me pesa, todo ese lastre que me arrebata paso a paso las ganas de dar un paso más...y otro más.

Respira profundo, tan profundo como te sea posible si es que de verdad deseas acompañarme en el camino através de la penumbra, a lo largo de las inmisericordes veredas de mi pensamiento, a lo alto de las borrascosas cimas de mi ególatra sentir, paulatino desprecio de mi abnegado yo. Pues tu amigo ha muerto...solo quedo yo, solo yo.

Profano deseo, el que intempestivamente me levanta de mi lecho moribundo; He de buscar mi mejor rostro, el menos resquebrajado...el menos sombrío, para poder mirarme al espejo, para poder mirarte a ti. Se me han terminado las sonrisas hipócritas y fingidas, lo lamento, pero no me compadezcas...lo lamento por ti.

De mis labios se sujetan todas esas palabras que nunca fueron dichas, de mis manos escurren todas aquellas caricias que nunca fueron dadas. De mis ojos lloran todas las miradas fijas y profundas que nunca quisiste...que nunca pudiste ver.

Asomate a la calle y respira profundo, tan profundo como te sea posible, así podrás notar el aroma a muerte que dejó mi ser. Se fue, entre llanto y alegrías, solo quedo yo...solo yo. Ya no hay simulacros, ni falsedades. Ya no hay máscaras ni rodeos, solo ha quedado lo más oscuro de mi ser, con su absoluta e innegable autenticidad, con su blasfemo desprecio por la farsa...¿tu farsa?.

Entregate al último suspiro antes de caer dormida; Entregate al fugaz deseo que recorre tu espina...deseo por ser mirada, por ser tocada...amada, por ese extraño y non santo ser. Puedes, debes ser participe del irreverente juego de seducción, sujeta mi mano con fuerza si te da miedo la caída, abrazate a mi moribundo cuerpo si te da miedo perderte entre las nubes, entre la duda.

No tengas miedo...de nada, no tengas miedo de nadie, no tengas miedo de mí, no tengo miedo de ti. No habremos de temer más, no habrá ya penurias ni paupérrimas visiones de nobleza, solo la quietud de nuestros cuerpos fundidos en un solo ser, seremos cómplices en la tragedia, en la divinidad.

La honestidad de mi maligno yo te lo asegura, lo jura por la crueldad de tus miradas duras, tus palabras lacerantes, tu inquietante desprecio, que extrañamente, impulsan a mis raquíticas manos a escribir poesía pagana a tu nombre...a tu recuerdo, tu anhelo.

He de esperar sentado, en mi infernal trono de promesas por ti. Con mi corazón sangrante en una mano...y los panfletos saturados de promesas y poesía en la otra. He de esperar por ti...por mí. Solo desearía...poder conocer tu nombre, tu rostro...o poder escapar de aquí.